Nos construimos mientras nos derrumbamos,
milímetro a milímetro,
entre desolaciones y pérdidas,
entre búsquedas y devastaciones.
Y aunque transcurrieran varios eones
no nos reconoceríamos
en cualquier punto,
en cualquier instante
y ante cualquier espejo.
Ante cualquier espejo,
en cualquier instante
y en cualquier punto
no nos reconoceríamos
aunque transcurrieran varios eones
entre desolaciones y pérdidas,
entre búsquedas y devastaciones.
Milímetro a milímetro
nos destruimos a la par que nos elevamos
en cualquier otra cronotopía
al margen del frío que produce el vacío
y de la oquedad generada por la indeferencia
blindada —interior corpóreo— con hormigón
armado —al igual que el ejército—,
sellada a cal y canto
sin posibilidad
de despliegues o repliegues
en la voz, ahogando constantemente
la sonoridad de las palabras, raíz insondable.
José Ángel G.
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