El sistema económico imperante, eso que llamamos “los mercados”, se alimenta y se retro-alimenta de la desigualdad y del malestar social. En tiempos de profunda crisis como los que vivimos, apuesta por el beneficio de unos pocos. En connivencia con la clase política, realiza cambios significativos en la legislación vigente y hasta en la Carta Magna, asegurándose así el control sobre el conjunto de la sociedad y las bases sociales, cada vez más debilitadas. La riqueza se transfiere progresivamente así de forma abrumadora a grupos cada vez más reducidos, que no tienen voluntad ninguna de invertir el proceso para contribuir a reactivar o estimular la economía. Más bien al contrario, están animados a seguir especulando a la baja sobre una economía en caída libre. Se instala así la lógica de la “crisis perpetua”, progresivamente agravada por su propia duración en el tiempo. El escenario final de todo este proceso es un modelo de economía de la miseria, sin frenos, sin complejos, pero sobre todo SIN SENTIDO. Por todo esto nos hemos despertado, y estamos trabajando para cambiar el rumbo de esta sociedad. El 15 de octubre nos uniremos a los demás países que se han sumado a este despertar de nuestra conciencia, a esta protesta contra lo que nos afecta a todos.
Tenemos la obligación de transformar este mundo, no sólo como muestra de compromiso con nuestra generación y las venideras, sino también con las personas y los movimientos sociales y políticos que anteriormente lucharon, muchas veces con sus vidas, para que este mundo fuera un poco mejor.
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